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sábado, 15 de enero de 2011

El caballo del diablo 1



Era 1974 se terminaba la guerra de Vietnam y volvía a la vida el Hipódromo la Carolina de Quito, que había desaparecido en los años 50.
Para ello los caballos del hipódromo rústico, en la Academia del Valle en San Rafael, dejó de funcionar y con estos caballitos criollos empezaron las carreras.
Al poco tiempo los socios del hipódromo, fanáticos de este juego de apuestas, empezaron a traer caballos finos pura sangre inglés, primero desde el hipódromo de Guayaquil y luego importados.
Entre los primeros caballos había un caballo chileno llamado Mariscal, en honor al barrio donde la bohemia de la ciudad había hecho su nido. El animal era la fascinación, por ser bello, espléndidamente bello. Tenia un metro setenta y cinco centímetro hasta el lomo, patas largas y finas, un cuello arqueado y simétrico con su cuero; su color era negro con manchas rojizas como el capulí y su estrella en la frente de una cara fina sobre la que caía una clin negrísima y enorme, pero lo mas fascinante eran sus relinchos, su corcoveos y su poses de caballo entero, predispuesto a la pelea y a las yeguas, por lo que no podía pasear con los otros caballos en el padock, donde se los exhibían durante el tiempo de apuestas, antes de la carrera.
Su bríos traducía la vida del Barrio de la Mariscal, donde la noche y el día se movían con un vértigo y bríos imparables.
Aquel caballo seductor se llevaba todas las apuestas las boleterías se llenaba cuando competía y en la sala de remate los apostadores jugaban enormes sumas de dinero por él.
En el Hipódromo los niños corrían en diagonal del partidor a la meta cruzando por una cancha de polo mientra los corceles galopaba por el círculo de tierra y tranqueras de madera.
Pero Mariscal era un caballo que ganaba y ganaba carreras hasta que la gente estaba dispuesta a jugar lo máximo posible por él y entonces, cuando todos creían que su dinero regresaría con ganancias inauditas el caballo perdía. En es instante, la gente enloquecía porque su plata se hacía humo, sólo el caballo parecía feliz viendo el drama, por eso le llamaban el caballo del diablo

1 comentario:

Anónimo dijo...

En Quito había una avispa, que es cada vez más rara porque la ciudad ha crecido muchísimo, que se conocía como Caballo del Diablo. Quisiera saber el nombre científico de esta avispa tan colorida, vestida de azúl marino intenso iridiscente, con dos antenas anaranjadas intensas sobre el peinado... Si sabes su nombre por favor publícalo.