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viernes, 10 de noviembre de 2017

Glasnost y el corazón de las rosas: los caminos de la libertad

CAPITULO LOS CAMINOS DE LA LIBERTAD


  1. Al volver al clases, en octubre de 1973,  mi hermano salió de esa vida miserable en el cuartel y entró a la Universidad Católica, pero tanto él como yo,  sentíamos repugnancia por los aniñados, los jóvenes ricos que llegaban a clases, luciendo ternos caros, hacían chistes bobos y presumían de su apariencia.  El marxismo no había comenzado a cambiar. 
  2. Ya no nos sentíamos parte de la élite de Quito, a pesar de que teníamos caballos y nuestro padre era el  presidente del Hipódromo de la Carolina. 
  3. En el último año de colegio, dejé de ser comandante de curso, caí al curato puesto, y la razón  no eran mis calificaciones, era mi conducta.  Cuestionaba a los militares, a la disciplina militar,  y comencé a ver a los militares como una casta de gente uniformada, que escondían una conducta que yo comencé a vislumbrar y rechazaba.
  4. Las noticias de la crueldad de Pinochet y la llegada masiva de refugiados chilenos a Ecuador alimentaban mi búsqueda de otro mundo y ese mundo llegó en los libros que mi hermano leía clandestinamente en el cuartel y que me los prestaba.
  5. Al año siguiente, mi hermano dejo la Facultad de Derecho de la Universidad Católica, quería dedicar su vida a los caballos.   Entro a estudiar veterinaria pero le costaba trabajo ser estudiante. 
  6. En 1974, se inició la época petrolera en Ecuador  y yo entré en Derecho de la Universidad Católica, pero pronto me cansé de ese ambiente aristocrático, y tras un año de esfuerzos, tomé la decisión de darme una vuelta al Ecuador con una mochila.  Mi verdadero sueño era viajar y escribir.
  7. Con un mochila y en compañía de una persona que conocí pocos días antes en la calle, empecé mi viaje de mochilero, con veinte dólares y unas carpas viejas que dejaban pasar la lluvia.
  8. -Cuándo te vas- me preguntó mi padre
  9. -Mañana
  10. -Dejaste la universidad?
  11. -Si 
  12. -Tu eres un excelente estudiante
  13. -Pero me siento perdido.  Aprendí a hacer lo que me decían que debía hacer y ahora que tengo que hacer lo que yo quiero hacer, no se como hacerlo.
  14. -A donde te vas.
  15. - Empezaré por el Oriente,  iré a Baños luego iré bajando.  Voy a tratar de darme la vuelta por todo el Ecuador.
  16. -Tienes dinero
  17. -He reunido 20 sucres
  18. -Veo que no sabes nada del mundo ni lo que cuestan las cosas.
  19. -Por eso me voy.
  20. -Ten estos 20 sucres más.
  21. En aquel momento era como unos diez dólares.
  22. Pero el salir de casa, el andar en buses, camiones y hasta en un avión en que llegué a Macas, me hacía sentir la vida de otra forma.  Quien diría que años después uno de estos aviones, me sacaría de la selva moribundo.
  23. Gastaba un poco en transporte, lo que mas me costaba era la comida y dormía donde había un techo o incluso en la carpa.  Tenía una vieja cámara que pronto se dañó las unicas fotos las sacaron mi primos en Cuenca y Cosme el amigo con el que viajaba en Macas.
  24. En Loja donde no separamos con Cosme, mi compañero de viaje, que conocí pocos días antes de salir y de allí en adelante seguí solo por la  por la Costa.
  25. En Machala dormí en la cárcel con una prostitutas caras, altas y bonitas y borrachas, sacadas de los barcos bananeros, en Guayaquil donde los bomberos, hasta dormí en la casa de un muerto, asesinado hace pocos días en Cojimies.
  26. Con una disentería amebiana crucé Mompiche, salvé a un ternero que se ahogaba en un un pantano y conocí a los terratenientes del Cantón Muisne, que me llevaron en su carro.
  27. Sin dinero, pedí posada en la casa mas grande del pueblo que era la casa de los curas, junto a la iglesia en el parque.
  28. -Por qué quieres que te de hospedaje- me preguntó un cura con barbas, ojos claros y pelo largo.
  29. -Porque la ley de dios les obliga a usted a ser caritativos- le contesté.
  30. .Muy bien, tienes razón, pero  tienes que pagar el cuarto con algún trabajo. Ve a buscar que puedes hacer en la casa.
  31. - Mi nombre es Maximiliano
  32. - Mi nombre es Graciano.  Mucho gusto.
  33. Estrechamos las manos y ese día conocí al hombre que estaría de alguna manera presente en el resto de mis días hasta hoy.
  34. En la casa parroquial conocí a  Julián, otro cura italiano que me recomendó limpiar los baños, para ganarme el derecho a dormir en la casa, eso sí primero tenía que ir a misa.
  35. Esa noche fui a misa y vi por primera vez a un cura de la teología de la liberación.
  36. Graciano caminaba entre la gente con una túnica blanca usando una soga como cinturón, preguntando lo que habían entendido de un sermón, leído con dificultad por una de las asistentes.
  37. Los campesinos, lejos de repetir lo que habían escuchado, daban su propia interpretación al mensaje de la Bilblia.
  38. Graciano tomaba las palabra de los campesinos e iba configurando reflexiones.   Cuando tocaba la hora del sermón, simplemente presentaba un resumen de lo  dicho por los asistentes y le daba el toque sagrado a la discusión que había desatado.
  39. Este modo de dar misa contrastaba por completo con las aburridas misas a las que fui todos los domingos,  desde mi más tierna infancia,
  40. Aquellos curas habían llegado hacía pocos meses de Chile escapando de Pinochet. 
  41. Reunidos en la casa donde les acompañaba a comer luego de limpiar los baños, escuché de Paulo Freire de  cual sabía algo porque accidentalmente al pasar por una librería había leído el titulo de su obra !"Pedagogía del oprimido".
  42. Yo me sentía un oprimido y un opresor en el colegio, pero la sensación de oprimido era peor en la Universidad Católica   En eso días ya tenía que tener en mi cabeza que estudiar pues no había aprendido a sobrevivir en este viaje, el dinero ya no me alcanzaba, a pesar de que mi padre y mi tío me dieron algo mas en Salinas.
  43. La decisión de ser médico la tomé luego de despedirme de aquellos curas políticos, que hablaban al pueblo de un cielo en la tierra, de justa distribución de la riqueza, de la falta de educación y salud.  Estaban además formado la OCAME, Organización Campesino Muisne Esmeraldas, que marcaría mi vida.
  44. La decisión de estudiar medicina, la tomé en el trayecto entre el Cabo San Francisco y Quingue, dos lugares que también marcaron mi vida y a los que he vuelto en repetidas ocaciones.
  45. En una casa a la que llegué para pedir un poco a agua,  había un niño de tres años con un obseso en el cuello. 
  46. Mi abuela, la madre de mi padre, de origen cuencano, de apellido Cordero González, de la alcurnia de esa provincia, pero caída en desgracia por la muerte de su joven esposo cuando sólo tenia 19 años y dos hijos, fue a trabajar en una hacienda llama Virgen Corral donde ahora está la Central hidroeléctrica del Río Paute. 
  47. Ella me contaba que mi tío estuvo a punto de morir por un absceso y que lo curó con la yema del huevo criollo con sal, luego de que todos los otros caminos habían fallado y mi tío, entonces un bebé, era ya hueso y pellejo.
  48. Apliqué la misma solución a aquel niño, luego de drenar el absceso.
  49. Esta fue lo que me hizo decidirme a seguir la carrera de medicina en la Universidad Central.
  50. Para aquellos días la Universidad Central era considerada, como casi todas las universidades estatales  de América Latina, nidos del comunismo.

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