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jueves, 9 de noviembre de 2017

Glasnost y el corazón de las Rosas. Capitulo 1 El veneno del marxismo

CAPITULO PRIMERO


EL VENENO DEL MARXISMO

  1. Entonces tenía 16 años, mi hermano mayor, un joven con problemas en el colegio y en la casa, por culpa de su hipertiroidismo, era presionado por mi padres para que fuera hacer la premilitar, al año siguiente del golpe de estado del General Guillermo Rodríguez Lara.
  2. Fue enviado a la Provincia del Carchi frontera con Colombia, y era la oveja negra del cuartel.  ´
  3. -Que se vaya al cuartel. Estoy harta de sus ausencias, su indisciplina, pasa en la calle todo el día-refunfuñaba mi madre.
  4. -Luisito, ya es hora de que te hagas hombre-le dijo mi padre.
  5. Al ser uno de los pocos conscriptos que sabía leer y escribir, daba clases a los analfabetos.
  6. Alto, flaco, de ojos verdes y piel blanca, pronto vivió la discriminación y luego la extorsión por ser hijo de rico.
  7. Le pusieron el apodo de "pantera rosa", porque decían que caminaba y se le parecía, sus amigos le comenzaron a llamar simplemente pantera.
  8. -Naño, como le va ?- Le pregunté un poco preocupado porque parecía mas flaco y el corte cadete de su cabello le sentaba muy mal.
  9. -Este es un mundo de ladrones.  Al menor descuido cualquiera te roba.
  10. Entre los malditos del cuartel, había un sargento, que comenzó a ensañarse con él.
  11. Los conscriptos, pasaban por todas las formas de humillación y malos tratos,  hasta se los obligaba a presenciar los shows de estriptise que daban la putas contratadas en Colombia, para luego ver como estas mujeres iban a las habitaciones de los oficiales, mientras ellos  ardían de lujuria.
  12. Íbamos cada mes con mi familia a visitar a mi hermano, que extrañaba el Hipódromo la Carolina donde el tenía aun su caballo llamado Zaracay.
  13. Cuando llegábamos, lo veíamos o golpeado, o mas flaco 
  14. -Ya no aguanto mas.  Ayer me castigaron. Tuve que hacer una cosa que le llaman trípode, abrir las piernas poner la cabeza en el piso y las brazos atrás.  Me tuvieron en esta posición hasta que creo que me desmayé.  Luego no soportaba el dolo del cuello y así me hicieron que haga la guardia nocturna toda la noche si permitirme sentarme siquiera.
  15. Alguna vez hasta lloró, luego de contarme en reserva, las humillaciones o castigos por los que pasaba.
  16. Cuando salía franco, se iba a los campos, o cruzaba la frontera hasta Ipiales.   
  17. Cierto día, cruzó la frontera y en Colombia, encontró unos libros, que en Ecuador estaban vedados.  
  18. Era libros de marxismo y como poseer eso dentro del cuartel era cruelmente sancionado, comenzó a leerlos a escondidas, rumiando en secreto el sabor de lo prohibido.
  19. En Colombia, se vivía la guerra contra las FARC y en aquel año de 1973. América Latina estaba convulsionada  la presidencia de Salvador Allende en Chile, el primer presidente socialista, electo por votación popular en el mundo.


  20. En aquellas vacaciones de 5to curso del Colegio Brasil.  Una academia militar, donde estudié con mi hermano, no fui a pasar como todos los años con mi abuelita en Conocoto, con su ovejas, gallinas, cabras, patos, cuyes  y mis adorados perros.  Esas vacaciones, me hice pasar por mi hermano y entre  al propedeútico de derecho de la Universidad Católica.  
  21. Yo no quise estudiar derecho, que era mi natural vocación, porque en aquel colegio, se decía que a derecho iban los peores estudiantes, y yo era el mejor estudiante de mi curso, desde primer año de bachillerato, por lo que era el comandante de curso.
  22. Para 1973  estaba decepcionado de mi colegio
17. Al comienzo me sentí feliz con las ciencias sociales,  parecían que daban  mas oportunidad al razonamiento que las ciencias físico-matemáticas, que estudiaba en aquel estúpido colegio militar.
|18.- Mientras recibía clases en la universidad me daba cuenta  como al  ser el  subcomandante del colegio, junto con el rector. el tonto del inspector que era un mayor que también enseñaba matemáticas de la forma mas brutal y los profesores a los que les encantaba dictar y dictar para luego pedir la repetición de memoria, yo que tenía que tomar lista, cuidar la limpieza, la puntualidad, oa obediencia de mis compañeros, teníamos como principal  oficio el torturar, en nombre de la disciplina.
19.- Pero pronto me di cuenta que al igual que las clases de literatura, donde no se aprendía a escribir y a expresarse, sino que había que aprender de memoria las obras que había escrito algún autor y agdo de lo que escribió, todo era simplemente memoria.  En derecho, había que memorizar las leyes.  Esto era posiblemente mas tonto que las ciencias naturales o las ciencias exactas.
20.- Tan sólo me faltaba un año, ya no podía cambiarme de especialidad. Aun recuerdo el prime día del sexto curso.  Tuve la oportunidad de conversar con el coronel, ex director del colegio militar Eloy Alfaro, donde se formaban los oficiales del ejército ecuatoriano.  Le pregunté

  1. - Perdone Coronel. ¿Por qué en el colegio no hay un orientador vocacional o un departamento de Psicología? Preguntó  el primer día de clases en  aquel feo edificio de cuatro pisos, con dos estrechas canchas y un triste graderió, donde sus compañeros salían como iguanas para abrigarse del frío del cuerpo y del alma, que trasmitían los mecánicos profesores.
- ¿Por qué me preguntas eso?
- Ayer he visto como era expulsado uno de los mejores estudiantes, que incluso era comandante de curso, porque cansado del abuso del profesor de matemáticas, el Mayor Torres, que lo comenzó a golpear, le respondió con una patada  que derrumbo al profesor. También se me viene a mi memoria cuantos castigos sufrió mi hermano aquí y en la casa, porque no cumplía con sus tareas. Un día incluso lo amarraron como a un perro, con una cadena para que las hiciera y no llegara tarde, después de que mis padres tuvieron una entrevista con usted. Yo me siento desorientado en la especialidad que escogí. Ahora que me falta este año no puedo dar vuelta atrás. Tenemos muchos compañeros y compañeras con problemas por embarazos accidentales, que ha tenido que casarse forzosamente y abandonar el colegio o escapar.
- Yo siempre pensé que eras mejor en sociales. Pero escogiste físicos- le respondió el rector.

Los domingos reemplacé a mi hermano como juez de padock, en el hipódromo,  padock era el lugar por donde desfilan los caballos antes de las competencias y donde se pesan los jinetes. Por este trabajo recibía por primera vez una paga, que me daba dignidad, y por primera vez no tenía que pedir a mis padres dinero, siempre viví avergonzado de hacerlo, a diferencia de mis hermanos que lo consideraban un derecho de hijo.
La familia hacía viajes a visitar a su hermano cada dos o tres meses. El verlo en el cuartel era deprimente. Se había puesto más delgado, su cabello cortado al estilo militar hacia resaltar sus los ojos exorbitados, que decían de su problema de tiroides, pero que nadie entendía lo que pasaba con él.
- ¿Cómo le va hermano?. Le preguntó en el jardín el cuartel de Tulcán, la fría población en la frontera norte.
- No es fácil, soy el más alto del batallón y el más flaco, pero además al que lo ponen para pegarlo por todo, porque soy según ellos, hijo de rico, un aniñado que tiene que hacerse hombrecito. Aquí se percibe el odio a los ricos, tengo que pagar para que me permitan dormir, porque sino hacen ruido. Aunque no lo crea hay maricones, Me han puesto en el área educativa, tengo que enseñarles porque al menos ocho de cada diez conscriptos no saben leer. Tengo la impresión que la conscripción es una oportunidad para los ecuatorianos pobres, pero los que están estudiando, saben que esto es venir a perder el tiempo, a recibir órdenes de gente tonta, que ocupan la mayor parte de su tiempo y de su cerebro en rutinas de correr, marchar, disparar, hacer guardias, ser robots con la obediencia ciega viviendo el desprecio de la persona de menor rango o antigüedad.
- ¿Cómo se divierten ustedes?
- Yo me he conseguido en Colombia unos libros de marxismo, que los tengo escondidos porque si me los llega a ver me matan, y se lo digo….Me matan. Aquí hay dos cosas que se aprenden: a odiar a los peruanos y a odiar a los comunistas. Los tres primeros meses nos tuvieron encerrados hasta ponernos dóciles. Incluso un día trajeron putas, que hicieron un show delante de todos, pero sólo los oficiales se las tiraron. Cuando estoy franco me voy a Pasto, o me escapo a cualquier pueblito cercano. Lo único que nos divierte son los chistes, tengo anotados los mejores. Hay un sargento que es el más hijo de puta, esta semana le clavó un palo en la cabeza a un compañero indígena y lo ha dejado loco. Su familia le ha metido un juicio y quiere que papá lo defienda. Si no lo hace me va a joder.

Nuestro padre era un famoso abogado de Quito y  salvó al sargento de la cárcel, confiando que las cosas cambiarían para su hijo,  pero cambió en nada la conducta del hombre, se volvió peor, pues ahora los conscriptos e inclusive los oficiales lo veían como un intocable, que podía hacer lo que le daba la gana.
Faltando cuatro meses para terminar, Eduardo solicitó a papá y a mamá que lo sacaran a otro lado, porque ya su vida peligraba por el abuso en los ejercicios y los castigos. Así que se le pasaron la provincia del Oro. El cuartel de Pasaje funcionaba como un especie de curso de entrenamiento en uso de armas de fuego para lo más dañado de las barriadas pobres de Guayaquil,  Quevedo, o Babahoyo, que llegaban a ese caluroso cuartel, cuando podían evadir los odiados cuarteles de la Sierra.
- ¿Que haremos este fin de semana flaco?- Le preguntó  uno de los mas pícaros.
- Me voy a conocer Jambeli. Me dicen que las islas tienen manglares y playas muy bonitas; quiero comer un buen ceviche.
- ¿Por qué no te vienes con nosotros a ver peladas, que es más chévere? Te enseñamos la nota y nos pagas.
- ¿Qué me van a enseñar?.
- El bacile. Verás, la plena es que nosotros venimos al cuartel para aprender a manejar armas. ¿Me entiendes? Pero esa nota de que la Patria y más huevonadas no van con nosotros. De aquí nos pisamos, mejor dicho, nos vamos a Santa Rosa, a Machala, Quevedo, al Guayas, para divertirnos chupando alcohol y tirando a las peladas, hasta cuando se nos acaba el billete; cuando se nos acaba el billete y hay una presa fácil lo encuellamos, ¿Me entiendes? Lo agarramos por el cuello así; si es hombre, para que afloje la plata y si es pelada para que afloje el cuerpo. Después tranquilos nos venimos al cuartel a hacer el teatro, aquí nos dan cama y comida. ¿Entendiste?
- Sí, claro, pro esa no es mi onda. No me interesa.
- Bueno, pero si quieres estar tranquilo pásate unos reales y cuidado aflojes el dato, porque te pelamos.
Cierto día un capitán lo descubrió leyendo.  Por suerte no era algún libro de marxismo.

-¿Qué esta haciendo conscripto ?- Le interrogó un capitán que lo encontró en los jardines, cuando leía un enorme libro, lujosamente empastado, que me pidió prestado .
- Estoy leyendo. ¡Mi Capitán!- contestó en tono militar y poniéndose inmediatamente de pie, en posición de firmes.
- ¿Me permite?
- Si mi capitán
- ¿De qué se trata?
- Es una recopilación completa de los mejores pensamientos de escritores, filósofos, y  sabios de culturas como la china, la hindú.
- ¿Es suyo?
- No señor. Me lo han prestado únicamente.
- Me lo presta para ojearlo esta noche.
. Si mi capitán. Pero necesito devolverlo mañana.
Aquel capitán no sólo que le robó el libro, sino que lo mandaba a castigar cada vez que se lo pedía.
Cuando por fin terminó aquella tortura del servicio militar, buscó por todas partes el libro para comprarlo y devolvermelo a su hermano, pero nunca lo pudo encontrar.
  El volver a ser un simple civil le devolvió la vida  a mi hermano, y se hizo un fiel creyente del marxismo. 

CAPITULO LOS CAMINOS DE LA LIBERTAD
  1. Al volver al clases, en octubre de 1973,  mi hermano salió de esa vida miserable en el cuartel y entró a la Universidad Católica, pero tanto él como yo,  sentíamos repugnancia por los aniñados, los jóvenes ricos que llegaban a clases, luciendo ternos caros, hacían chistes bobos y presumían de su apariencia.  El marxismo no había comenzado a cambiar. 
  2. Ya no nos sentíamos parte de la elite de Quito, a pesar de que teníamos caballos y nuestro padre era el  presidentes del Hipódromo de la Carolina. 
  3. En el último año de colegio, dejé de ser comandante de curso, caí al curato puesto, y la razón  no eran mis calificaciones, era mi conducta.  Cuestionaba a los militares, a la disciplina militar,  y comencé a ver a los militares como una casta de gente uniformada, que escondían una conducta que yo comencé a vislumbrar y rechazaba.
  4. Las noticias de la crueldad de Pinochet y la llegada masiva de refugiados chilenos a Ecuador alimentaban mi búsqueda de otro mundo y ese mundo llegó en los libros que mi hermano leía clandestinamente en el cuartel y que me los prestaba.
  5. Al año siguiente, mi hermano dejo la Facultad de Derecho de la Universidad Católica, quería dedicar su vida a los caballos.   Entro a estudiar veterinaria pero le costaba trabajo ser estudiante. 
  6. En 1974, se inició la época petrolera en Ecuador  y yo entré en Derecho de la Universidad Católica, pero pronto me cansé de ese ambiente aristocrático, y tras un año de esfuerzos, tomé la decisión de darme una vuelta al Ecuador con una mochila.  Mi verdadero sueño era viajar y escribir.
  7. Con un mochila y en compañía de una persona que conocí pocos días antes en la calle, empecé mi viaje de mochilero, con veinte dólares y unas carpas viejas que dejaban pasar la lluvia.
  8. -Cuándo te vas- me preguntó mi padre
  9. -Mañana
  10. -Dejaste la universidad?
  11. -Si 
  12. -Tu eres un excelente estudiante
  13. -Pero me siento perdido.  Aprendí a hacer lo que me decían que debía hacer y ahora que tengo que hacer lo que yo quiero hacer, no se como hacerlo.
  14. -A donde te vas.
  15. - Empezaré por el Oriente,  iré a Baños luego iré bajando.  Voy a tratar de darme la vuelta por todo el Ecuador.
  16. -Tienes dinero
  17. -He reunido 20 sucres
  18. -Veo que no sabes nada del mundo ni lo que cuestan las cosas.
  19. -Por eso me voy.
  20. -Ten estos 20 sucres más.
  21. En aquel momento era como unos diez dólares.
  22. Pero el salir de casa, el andar en buses, camiones y hasta en un avión en que llegué a Macas, me hacía sentir la vida de otra forma.  Quien diría que años después uno de estos aviones, me sacaría de la selva moribundo.
  23. Gastaba un poco en transporte, lo que mas me costaba era la comida y dormía donde había un techo o incluso en la carpa.  Tenía una vieja cámara que pronto se dañó las unicas fotos las sacaron mi primos en Cuenca y Cosme el amigo con el que viajaba en Macas.
  24. En Loja donde no separamos con Cosme, mi compañero de viaje, que conocí pocos días antes de salir y de allí en adelante seguí solo por la  por la Costa.
  25. En Machala dormí en la cárcel con una prostitutas caras, altas y bonitas y borrachas, sacadas de los barcos bananeros, en Guayaquil donde los bomberos, hasta dormí en la casa de un muerto, asesinado hace pocos días en Cojimies.
  26. Con una disentería amebiana crucé Mompiche, salvé a un ternero que se ahogaba en un un pantano y conocí a los terratenientes del Cantón Muisne, que me llevaron en su carro.
  27. Sin dinero, pedí posada en la casa mas grande del pueblo que era la casa de los curas, junto a la iglesia en el parque.
  28. -Por qué quieres que te de hospedaje- me preguntó un cura con barbas, ojos claros y pelo largo.
  29. -Porque la ley de dios les obliga a usted a ser caritativos- le contesté.
  30. .Muy bien, tienes razón, pero  tienes que pagar el cuarto con algún trabajo. Ve a buscar que puedes hacer en la casa.
  31. - Mi nombre es Maximiliano
  32. - Mi nombre es Graciano.  Mucho gusto.
  33. Estrechamos las manos y ese día conocí al hombre que estaría de alguna manera presente en el resto de mis días hasta hoy.
  34. En la casa parroquial conocí a  Julián, otro cura italiano que me recomendó limpiar los baños, para ganarme el derecho a dormir en la casa, eso sí primero tenía que ir a misa.
  35. Esa noche fui a misa y vi por primera vez a un cura de la teología de la liberación.
  36. Graciano caminaba entre la gente con una túnica blanca usando una soga como cinturón, preguntando lo que habían entendido de un sermón, leído con dificultad por una de las asistentes.
  37. Los campesinos, lejos de repetir lo que habían escuchado, daban su propia interpretación al mensaje de la Bilblia.
  38. Graciano tomaba las palabra de los campesinos e iba configurando reflexiones.   Cuando tocaba la hora del sermón, simplemente presentaba un resumen de lo  dicho por los asistentes y le daba el toque sagrado a la discusión que había desatado.
  39. Este modo de dar misa contrastaba por completo con las aburridas misas a las que fui todos los domingos,  desde mi más tierna infancia,
  40. Aquellos curas habían llegado hacía pocos meses de Chile escapando de Pinochet. 
  41. Reunidos en la casa donde les acompañaba a comer luego de limpiar los baños, escuché de Paulo Freire de  cual sabía algo porque accidentalmente al pasar por una librería había leído el titulo de su obra !"Pedagogía del oprimido".
  42. Yo me sentía un oprimido y un opresor en el colegio, pero la sensación de oprimido era peor en la Universidad Católica   En eso días ya tenía que tener en mi cabeza que estudiar pues no había aprendido a sobrevivir en este viaje, el dinero ya no me alcanzaba, a pesar de que mi padre y mi tío me dieron algo mas en Salinas.
  43. La decisión de ser médico la tomé luego de despedirme de aquellos curas políticos, que hablaban al pueblo de un cielo en la tierra, de justa distribución de la riqueza, de la falta de educación y salud.  Estaban además formado la OCAME, Organización Campesino Muisne Esmeraldas, que marcaría mi vida.
  44. La decisión de estudiar medicina, la tomé en el trayecto entre el Cabo San Francisco y Quingue, dos lugares que también marcaron mi vida y a los que he vuelto en repetidas ocaciones.
  45. En una casa a la que llegué para pedir un poco a agua,  había un niño de tres años con un obseso en el cuello. 
  46. Mi abuela, la madre de mi padre, de origen cuencano, de apellido Cordero González, de la alcurnia de esa provincia, pero caída en desgracia por la muerte de su joven esposo cuand solo tenia 19 años y dos hijos, fue a trabajar en una hacienda llama Virgen Corral donde ahora está la Central hidroeléctrica. 
  47. Ella me contaba que mi tio estuvo a punto de morir por un absceso y que lo curó con la yema del huevo criollo con sal, luego de que todos los otros caminos habían fallado y mi tío, entonces un bebé, era ya hueso y pellejo.
  48. Apliqué la misma solución a aquel niño, luego de drenar el obsceso.
  49. Esta fue lo que me hizo decidirme a seguir la carrera de medicina en la Universidad Central.
  50. Para aquellos días la Universidad Central era considerada, como casi todas las universidades estatales  de America Latina, nidos del comunismo.

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