El sinuoso camimo por los Andes hacia la Costa, se volvía aburrido. El mareo no lo dejaba en paz. Entre barrancos y curvas sacó un libro de Depak Chopra. Entonces descubrió al filosofo de las letras, que le hacía ver, usando el alfabeto, como debía actuar para ser afortunado. Cerró el libro y decidió buscar sus propias palabras claves, pues lo que el escritor hindú decía era una visión muy metafísica.
En un de las curvas aparecieron dos vehiculos en competencia por rebasar el uno al otro y venían de frente contra el bus, fue un milagro no chocar.
Los humanos hemos logrado gran desarrollo a partir de la teoría cuántica, que es la teoría de los accidentes o la casualidad, que permite usar las posibilidades infinitas que da la existencia de cualquier cosa, en un medio donde las eventualidades se pueden multiplicar.
Al llegar a las planices de la Costa, en que por fin las curvas dejaron de ser frecuentes, la letra A le condujo a pensar en el alma. El alma al igual que el número uno es la unidad de lo existente. Es el espacio interior de cada sujeto donde cuanto existe dentro y fuera del individuo se conjugan. ¿Qué es el alma. se volvió a preguntar? Es el ánimo le contesto una voz interior. ¿Animo? Si es el ánimo, a tal punto que en español, ánima fue la primera palabra como se conocía al alma.
Luego pensó en los tres elementos fundamentales que hacen la vida y comienzan con a: alimento, agua y aire.
Entonces se le ocurrió pensar que alma era una forma particular en que el agua, el aire y los alimentos generaban un estado de ánimo en los seres vivos y también en las personas, por supuesto.
Finalmente el aire caliente y salado del mar le llenaba los pulmones.
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