
Después de meditarlo profundamente decidió que su profesión era ser mecánico de bicicletas. Se había enterado que los Incas no conocían la rueda, peor las cadenas, los timones, y todas esas pieza que convierten a cada paso que dan las piernas en decenas de metros. Sus hermanitos lo apoyaban decididamente en su empeño, porque eran felices cuando trataba de eseñarles a montar el caballito de acero.
-¿Y cómo harás para ser mecánico?- le preguntó su hermana, que no se imaginaba cómo la gente llegaba a ser un profesional.
- Tengo que dormir con la bici bajo la cama para que me lo diga- Contestó
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