-Sabes que soy un virus . Si me descubrieron cuando se puesieron compara enfermedades del cáncer de cuello útero entre prostitutas y monjas.
En realidad, somos como cien clases de papiloma virus pero mis parientes 16, 18, 31, 33, 35, 39, 45, 51, 52, 56, 58, 59, 68 son los culpables del cancer de cuello del útero, yo soy el 16 y...¿ te acuerdas cuando te infecté?
-Si, estaba en el hospital, se había presentado una emergencia y me setía muy cansado después de atender a los heridos de un accidente de un bus, pero me fui a hacer mi ronda por la sala de clínica de mujeres.
- Sigue... no te calles, continúa.
- Había una linda joven que se hacía la dormida, al verme entrar, tenia su pechos descubiertos y la sábana sólo le cubria una pierna y parte de la cintura, respiraba agitada y pensé que le había vuelto la fiebre tifoidea.
-¿Le ha vuelto la fierbre?- le pregunté en voz baja para no despertar a las demás pacientes,
- Me duele aquí- me dijo señalando el abdomen
Pensé en una inflamación del apéndice, que es una complicación de la tifoidea, que puede producir peritonitis y exige una apendicectomía inmediata. E inicié la palpación y las maniobras manuales para identificar el cuadro clínico, pero ella tomo mi mano y la puso en la parte inferior de su calzonario, en el inicio de su bello púbico. Pensé en una ifección de vías urinarias por deshidratación y presioné los puntos para detectar esto, ella abrio su piernas, cubrió mi mano con la sábana para ocultarla y me dijo- Más abajo.
Estaba húmeda y jadeante Me llevò al baño y en la obscuridad, a su centro de placer. Fue en un momento de arrebato en que mis instintos me arrastraban cuesta abajo, con un palpitar en el cuello que me subía a la cabeza y un vigor endiablado, pero pude controlarme en algo y terminé afuera, para no ser víctima de mujeres que usan hijos para sacar dinero.
No nos vimos más, pero a los pocos días vi aterrorizado una verruga que crecía como coliflor en mi pene, me apliqué una sustancia caústica que me despellejó e inflamó, por un mes en que sentía desfallecer del dolor y la difucultad de orinar. Creí que este suplicio me había curado.
Me casé años más tarde y maldita sea, enfermé a mi mujer, ella terminó con cáncer de cuello de útero que lo extirpamos con todo y este órgano. Por suerte ya teníamos hijos.
Eres un maldito.
-¿Maldito?.....¿Por qué? Tú siendo médico sabías que tenías que usar preservativo. Perdiste la cabeza, agradece que no te enredaste con mi primo el VIH sida.
-Fui un invécil.
- Tienes razón.
-Pero en aquellos años no existías para la ciencia, ni el sida tampoco, a ti te descubrieron en los noventa y al sida en la segunda mitad de los ochenta, sólo se conocía la sífilis, la gonorrea, el chancro, la ladilla.
- Si eran tiempos mejores para nosotros los virus, ahora estamos en la mira, pero abundan los arrechos, drogadictos, borrachos que pierden el control.....menos mal
.
- Tu cisnismo te hace más maldito.
- Yo sólo soy el maestro cruel, pero un maestro. Estás vivo y aprendiste. Deberías agradecerme.
-Si, estaba en el hospital, se había presentado una emergencia y me setía muy cansado después de atender a los heridos de un accidente de un bus, pero me fui a hacer mi ronda por la sala de clínica de mujeres.
- Sigue... no te calles, continúa.
- Había una linda joven que se hacía la dormida, al verme entrar, tenia su pechos descubiertos y la sábana sólo le cubria una pierna y parte de la cintura, respiraba agitada y pensé que le había vuelto la fiebre tifoidea.
-¿Le ha vuelto la fierbre?- le pregunté en voz baja para no despertar a las demás pacientes,
- Me duele aquí- me dijo señalando el abdomen
Pensé en una inflamación del apéndice, que es una complicación de la tifoidea, que puede producir peritonitis y exige una apendicectomía inmediata. E inicié la palpación y las maniobras manuales para identificar el cuadro clínico, pero ella tomo mi mano y la puso en la parte inferior de su calzonario, en el inicio de su bello púbico. Pensé en una ifección de vías urinarias por deshidratación y presioné los puntos para detectar esto, ella abrio su piernas, cubrió mi mano con la sábana para ocultarla y me dijo- Más abajo.
Estaba húmeda y jadeante Me llevò al baño y en la obscuridad, a su centro de placer. Fue en un momento de arrebato en que mis instintos me arrastraban cuesta abajo, con un palpitar en el cuello que me subía a la cabeza y un vigor endiablado, pero pude controlarme en algo y terminé afuera, para no ser víctima de mujeres que usan hijos para sacar dinero.
No nos vimos más, pero a los pocos días vi aterrorizado una verruga que crecía como coliflor en mi pene, me apliqué una sustancia caústica que me despellejó e inflamó, por un mes en que sentía desfallecer del dolor y la difucultad de orinar. Creí que este suplicio me había curado.
Me casé años más tarde y maldita sea, enfermé a mi mujer, ella terminó con cáncer de cuello de útero que lo extirpamos con todo y este órgano. Por suerte ya teníamos hijos.
Eres un maldito.
-¿Maldito?.....¿Por qué? Tú siendo médico sabías que tenías que usar preservativo. Perdiste la cabeza, agradece que no te enredaste con mi primo el VIH sida.
-Fui un invécil.
- Tienes razón.
-Pero en aquellos años no existías para la ciencia, ni el sida tampoco, a ti te descubrieron en los noventa y al sida en la segunda mitad de los ochenta, sólo se conocía la sífilis, la gonorrea, el chancro, la ladilla.
- Si eran tiempos mejores para nosotros los virus, ahora estamos en la mira, pero abundan los arrechos, drogadictos, borrachos que pierden el control.....menos mal
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- Tu cisnismo te hace más maldito.
- Yo sólo soy el maestro cruel, pero un maestro. Estás vivo y aprendiste. Deberías agradecerme.
Aun
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