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miércoles, 23 de noviembre de 2011

La vaca barrosa



Este será mi ultimo laberinto pensaba mientras la llevaban en un camión rumbo a la fiestas de Cayambe. Crecí en los páramos del Antisana, como un animal libre. Siendo aun pequeña, mi primer laberinto fue salir de un pantano. Me encontraba jugando y feliz de mover mis tiernas patitas cuando sintí que había tocado algo húmedo,  de pronto mis patas estaban atascadas y la tierra me iba tragando. Mi padre me bufaba a poca distancia,  eran órdenes para emplear toda mi fuerza y mi valor, que de un momento a otro aparecieron, como esos vientos huracanados que en la noche querían sacar de raíz a los árboles.  Era una fuerza mágica que  llenó de vigor mi cuerpo y convirtió mi corazón y mi sangre en un torbellino.
Ha pasado tres años. La plaza con tribunas de madera están colmadas. El humo sale de todas partes y puedo  oler la carne y la sangre de ganado, cruda y  verla cocinándose. 
 Los humanos están  vestidos de miles de formas y colores, pero sus dos patas, sus cuerpos erguidos, sus manos y sus ojos delante en su cara, casi sin nariz,  ya me son inconfundible.
Los conocí por primera vez hace dos años. Llegaron en caballos, cubiertos de ponchos, con sombreros y unos cabestros o cuerdas de cuero. Desde la cumbre del cerro vi como a mi  padre y sus amigos, los metieron en un camión y nunca más volvieron  A mi tanbién me persiguieron por horas y me sitiaron en un cañón sin salida  nuevamente estaba en un laberinto.  Escuchaba y sus voces y palabras no las puedo olividar, no entiendo nada de lo que dicen pero se lo que significa porque de inmediato me doy cuenta de lo que están  haciendo.   Era un griterio y uno de ellos daba las instrucciones para mi captura.
-         Templa una cuerda de lado a lado y pongamos un lazo grande en ese sitio, para que al pasar, si no se detiene al ver la cuerda templada a media altura, le enlazamos una de las patas y lo tumbamos.
-         Ojala que no se venga contra nosotros.
-         Si se viene contra nosotros alguien tiene que disparar al aire la carabina, eso le asustará,  y si ya no queda otra le disparan al cuerpo.
Hoy  hay nuevamente siento como en ese momento un calor incontrolable que revuelve  mi corazón y mi sangre, mis  patas quieren moverse de manera veloz y mi cuerpo encontrar la panza de un humano, pero es una pelea desigual, ellos son  muchos.
Cuando me capturaron, mis ojos, nariz y orejas me advertían de peligro mientras mi cerebro articulaba una operación de escape. Penseé en  esperar   hasta que todos los peligros y los movimientos  del enemigo estén a la vista- fue el primer impulso, pero sabía que el no moverme facilitaba mi captura y les permitiría a mis captores rodearme.
Vi una ráfaga de luz que de pronto me indicó que debía envestir, perseguí al que más olor a miedo despedía. El vaquero estaba aterrorizado,  los demás hacían un bullicio. Escuché el disparo de la carabina y  una bala me voló un cuerno pero logré escapar.
¡ Maldita sea ya me van a meter al ruedo, con una capa de estera llena de   frutas.
Estoy en este infierno de gente que me mira de todo lado, en especial desde esa tribuna de madera.
Atacaré primero a los muchachos que están escondidos detrás de ese  poste.
Hay tantos que me rodean y me muestran capas y sacos.   Voy a dar un sin fin de saltos para librarme  de la maldita capa.  
 De  esa tribuna viene  una  espantosa música, y estoy  rodoeada de cientos de humanos de todas las edades, que me atacan como mosquitos

Cuando ya estoy a punto de alcanzar a uno, otros se me cruza y distraen.    Estoy cansada en cada pique se me vine a la memoria el día de mi captura.  Me encontraba con mi hijito, mi ternerito, el no podía correr  tan de prisa , así que para que poder salvarlo, envestí, en ese momento me ví amarada por numerosas cuerdas que me lanzaba de todo lado, mientras mi ternerito logró escapar.

¡Puf, estoy  muy cansada! He alcanzado a golpear a algunos, pero me ha sido difícil,  ya no me quedan fuerzas y los que me capturaron han entrado con sus caballos,  me están  enlazado no sé si me llevan a morir. Mientras me sacan se gritan 
-         Hay que guardarla para las  fiestas de Sangolquí,  Es bravísima,  con este animal cualquier fiesta se levanta, ni los toros de lidia son tan feroces.
-         Bueno, pero...¿ Dónde la vamos  a tener?.
-         Pues la dejamos suelta en  el cerro y habrá que volverla a buscar después de un año.
-          Pero para entonces ha de ser mas difícil capturarla.
-          Pues sólo  hay que aumentar el premio por su captura,  de seguro  habrá mas interesados para atraparla, y será más interesante… ¿No te parece?.
-         Si Manuel,  creo que si, esta vaca merece ser libre.
-         ¡Que bueno!  Porque cuando la capturamos, tenía un ternerito tierno que se nos escapó, Este  animal es inteligentísimo,  nos hizo pasar tremendo susto para salvar a ternerito.
-         Bueno, más razón para liberarla.

Ha pasado un año.   Maldita sea me volvieron  a capturara y  estoy  en el mismo   laberinto.

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