Por Maximiliano Moreno
EL TIEMPO DE LOS CAUCHEROS
Etsa
Etsa nació en la orillas del Río Santiago. Pertenecía a la nacionalidad de los Shuar y para cuando tenía 14 años, su nacionalidad entró en conflicto con los Achuar, otra nacionalidad indígena de lengua y costumbres muy parecidas, pero enemigos a muerte; su familia fue asesinada y se escapó con sus hermanos menores, bajando en canoa por el Río Morona, hasta Barranca, una comunidad en el Ato Marañón en Perú, donde fue tomado como esclavo y llevado a Iquitos, la ciudad loca y corrompida del Amazonas. Solo Manaos, en Brasil, era peor.
Después subió en Canoa por el Río Napo, donde fue obligado a trabajar sin paga por 10 años, en la recoleccón del caucho y así aprendió el español, hasta que llegó a Nuevo Rocafuerte.
Era un trabajo de esclavo, solamente por la comida y en medio del terror, al ver como los capataces mataban, violaban. Eran gente cruel sin Dios ni ley, que hacía lo que les daba la gana con los indios, para saciar su codicia, lujuria, ira, crueldad y se sentían más felices cuanto mas rienda suelta podían dar a sus bajezas.. En los Ríos Putumayo y Napo, se contaban por miles los indios muertos, secuestrados y asesinados por los caucheros de Iquitos.
Pero su colapso llegó primero cuando vino la pestes de la gripe española que subía por donde llegaban las lanchas y porque los ingleses, que ya se proveían de caucho de sus plantaciones en Asia, comenzaron a denunciar esta terrible conducta de la gente mestiza peruana de la zona, dejando de comprarles. Pero los americanos, que eran los mayores compradores siguieron en el cruel negocio.
En 1941 una guarnición militar de Ecuador llegó a Nuevo Rocafuerte; y en respuesta el ejército del Perú, también movilizó el ejército. Ante tal situación, al verse en un conflicto en que debía disparar contra los soldados de su país, escapó internándose en las selvas del Rió Aguarico, hasta llegar a una comunidad de indígenas Secoya.
Llegó a un poblado, donde estaba uno de los viejos sabios de los Secoyas, Cesarino. En su casucha de paja madera encontró al hombre.
- ¿Qué estás haciendo abuelito ? - Preguntó en castellano a un hombre viejo. El hombre de la cabaña no le entendió y mandó a llamar a un joven.
- ¿Qué desea? - Le preguntó en castellano el intérprete.
- Soy un hermano indígena de la nacionalidad Shuar. Escapé de una masacre en el Cutucu, me tomaron como esclavo los caucheros peruanos. Estaba trabajando en el Río Napo por Nuevo Rocafuerte, pero ha estallado una guerra entre soldados de Ecuador y Perú, así que aproveche la confusión para escapar.
El joven traduce a su padre y luego le dice. Mi comunidad también es víctima de los caucheros, llegaron en 1912. Tienen a mi hermana, a mis primas trabajando en Iquitos, en un prostúbulo y para obligarnos a trabajar nos amenazan con matarlas.
- Es necesario luchar contra ellos ser libres. Te lo digo yo- cometó lleno de ira Etsa- Ellos nunca sabrán quien los mata y no podrán culparlos, usaremos la noche y la selva para atacarlos.
El joven vuelve a traducir a su padre. Pero este le dice algo en Secoya.
- Mi padre dice que ellos no saben como pelear contra las armas de los caucheros que usan rifles.
- Tenemos que escondernos en la selva y matarlos uno por uno. Ellos no saben como moverse rápido en la selva y nosotros sí. Sólo saben pelear en los ríos, hay que atraerlos fuera del agua , yo los conozco bien. Ellos no saben como moverse en la noche, se sienten seguros cuando están cerca de la luz y eso los hace más visibles. Matarlos es lo más facil.
El joven vuelve a traducirle a su padre.
- Mi padre te pregunta que significa tu nombre
- Mi nombre significa sol el mi lengua.
- Dice mi padre que te sientes y que lo acompañes a encontrar el espíritu del guerrero.
Etsa se sentó al otro lado de la fogata, situada sobre la tierra, en el centro de la cabaña. Los tres empezaron la ceremonia, aspirando un líquido negro de tabaco por la nariz. Después se acostaron a dormir. A las cuatro de la mañana, durante una hora ingirieron litros de una infusión de guayusa , una planta que tienen cafeína. El objetivo de beber tanto, era vomitar hasta dejar limpio su cuerpo, esta era una costumbre shuar tambén. Todo el día siguiente fue de ayuno, cantos y movimientos del cuerpo como danza que representan el vuelo del águila harpía, el movimiento del jaguar y del tigrillo y los movimientos de la anaconda.
- Etsa ahora tienes que construir con hojas de palma de chonta una pequeña ramada.
Al terminar, Etsa, Cesariano y el joven traductor se acomodaron esperando a que pase la lluvia. A la media noche, ingirieron la Ayahuashca.
- Nosotros los shuar tomamos algo más fuerte, la malicahua que nos hace viajar por varios días.
- Aqui sólo tomamos ayahuasca.
A la media hora de ingerir, Etsa tuvo una visión de pájaros gigantes y libélulas, que parían seres humanos con ropa, como los caucheros y de mestizos que cortaban la selva. Los árboles querían correr pero no podían y caían muertos, dejando claros, por donde entraban lanzas de rayos de sol, que se convertían en relámpagos, y transformaban a cada indígena en gente con ropa, llenos de codicia, odios, envidias, en una tierra cuarteada, todos peleándose por comer las ultimas hormigas culonas y los gusanos de las palmas.
Tras una semana de entrenamientos, Etsa y los guerreros de la comunidad, encontraron a otros indigenas con armas de fuego, llamados "muchachos", que servían a los caucheros para secuestrar nativos.
Moviéndose en grupos pequeños, Etsa usaba el rastro para atraer a los "muchachos" a trampas, donde los atacaba con dardos o les hacía caer en orificios con lanzas. El asedio duró una semana.. Tras cada muerte, llevaba sus cabezas a un lugar próximo a una cascada, para hacer el ritual de la Tzansa.
Aquella noche, delante de los guerreros secoyas, primero puso a cocinar unas plantas, luego a sacar la piel y el cuero cabelludo de la cabeza, cosió su boca y los ojos, para que el alma no se escape, metió piedras dentro y cocinó por horas cada cabeza, en una olla diferente, cada una, para que los espíritus del enemigo queden atrapados y puedan ser parte de su fuerza de guerrero.
Los restantes "muchachos" desistieron de continurar con el secuestro de indígenas, horrorizados al ver a sus compañeros decapitados colgados de una palma junto a sus tzanzas. El pánico de saber que se enfrentaban a un guerrero reductor de cabaezas los aterraba.
Al ver el tetrico cuadro cerca a su campamento, los caucheros y sus muchachos se embarcaron al apuro, disparando a cualquier cosa que se movía entre el follaje.
- Etsa, le dijo un joven secoya.- Mi padre preparó estos dardos úsalos, no los matará, les producirá una infección gangrenosa de la piel, con una dolorosa y lenta agonía.
Los caucheros no durmieron durante los tres días de persecución de Etsa. Se llenaron de ira; sus disparos a todo lo que se moviera multiplicaba su temor; finalmente vino la dolorosa resignación a su destino fatal, cuando recibieron los dardos, que parecían pequeños espinos que atravesaban su ropa, quedando la punta dentro de la piel. Sabían que habían índigenas que tenían esta terrible arma, pero para muchos era sólo un cuento para intimidarlos, del que amenudo se reían. Agotados y con violentas fiebres, regresaron al campamento a vivir una lenta agonía, con la noticia de que las tropas ecuatorianas que habían arribado a la zona.
Durante los siguientes 9 años. Etsa vivió con las comunidades Secoyas y Sionas, incluso tuvo varias mujeres e hijos, pero aquella visión de los insectos metalicos de los que entraban y salían gringos, no lo dejaba dormir.
-Maestro Cesarino, le dijo al viejo brujo, mis visiones me llaman a encontrar el espíritu del insecto gigante metálico, tengo que marcharme - le dijo a su guía espiritual.
- Ve, no te preocupes por tu familia, nosotros la cuidaremos. Tienes que ir y a no matar. ¿Me entendiste?. Si los matas, ellos son como diablos, vendrán miles.
Etsa se dirigió por el Río Napo, hasta Tena. En el trayecto quedó deslumbrado al ver un insecto ruidoso gigante de color amarillo brillante, con una cosa que giraba adelante y que podía volar sin mover las alas. Siguió su vuelo hacia donde se ponía el sol y se perdió.
Surcando en su canoa río arriba, desde la comunidad de los Cofanes , por el Río Napo y tras casi un mes de remar y preguntar en las comunidades de la rivera, ¿ dónde estaba el lugar del que venía el insecto ruidoso gigante?, llego a la comunidad de Mera, al pie de la montañas, por donde baja el Río Pastaza, desde los Andes.
Había encontrad el nido de las avispas metáilicas que llevan gringos. ¿ Eran humanos los gringos?¿ Por qué tenían el pelo claro y los ojos azules? ¿Cómo es posible que puedan volar en esos insectos? ¿ Por qué los insectos pueden permanecer días sin moverse ni comer?
Que bueno por fin voy a volar se dijo, sin que la menor duda tenga cabida en su mente. Había encontrado su destino.
EL TIEMPO DE LOS CAUCHEROS
Etsa
Etsa nació en la orillas del Río Santiago. Pertenecía a la nacionalidad de los Shuar y para cuando tenía 14 años, su nacionalidad entró en conflicto con los Achuar, otra nacionalidad indígena de lengua y costumbres muy parecidas, pero enemigos a muerte; su familia fue asesinada y se escapó con sus hermanos menores, bajando en canoa por el Río Morona, hasta Barranca, una comunidad en el Ato Marañón en Perú, donde fue tomado como esclavo y llevado a Iquitos, la ciudad loca y corrompida del Amazonas. Solo Manaos, en Brasil, era peor.
Después subió en Canoa por el Río Napo, donde fue obligado a trabajar sin paga por 10 años, en la recoleccón del caucho y así aprendió el español, hasta que llegó a Nuevo Rocafuerte.
Era un trabajo de esclavo, solamente por la comida y en medio del terror, al ver como los capataces mataban, violaban. Eran gente cruel sin Dios ni ley, que hacía lo que les daba la gana con los indios, para saciar su codicia, lujuria, ira, crueldad y se sentían más felices cuanto mas rienda suelta podían dar a sus bajezas.. En los Ríos Putumayo y Napo, se contaban por miles los indios muertos, secuestrados y asesinados por los caucheros de Iquitos.
Pero su colapso llegó primero cuando vino la pestes de la gripe española que subía por donde llegaban las lanchas y porque los ingleses, que ya se proveían de caucho de sus plantaciones en Asia, comenzaron a denunciar esta terrible conducta de la gente mestiza peruana de la zona, dejando de comprarles. Pero los americanos, que eran los mayores compradores siguieron en el cruel negocio.
En 1941 una guarnición militar de Ecuador llegó a Nuevo Rocafuerte; y en respuesta el ejército del Perú, también movilizó el ejército. Ante tal situación, al verse en un conflicto en que debía disparar contra los soldados de su país, escapó internándose en las selvas del Rió Aguarico, hasta llegar a una comunidad de indígenas Secoya.
Llegó a un poblado, donde estaba uno de los viejos sabios de los Secoyas, Cesarino. En su casucha de paja madera encontró al hombre.
- ¿Qué estás haciendo abuelito ? - Preguntó en castellano a un hombre viejo. El hombre de la cabaña no le entendió y mandó a llamar a un joven.
- ¿Qué desea? - Le preguntó en castellano el intérprete.
- Soy un hermano indígena de la nacionalidad Shuar. Escapé de una masacre en el Cutucu, me tomaron como esclavo los caucheros peruanos. Estaba trabajando en el Río Napo por Nuevo Rocafuerte, pero ha estallado una guerra entre soldados de Ecuador y Perú, así que aproveche la confusión para escapar.
El joven traduce a su padre y luego le dice. Mi comunidad también es víctima de los caucheros, llegaron en 1912. Tienen a mi hermana, a mis primas trabajando en Iquitos, en un prostúbulo y para obligarnos a trabajar nos amenazan con matarlas.
- Es necesario luchar contra ellos ser libres. Te lo digo yo- cometó lleno de ira Etsa- Ellos nunca sabrán quien los mata y no podrán culparlos, usaremos la noche y la selva para atacarlos.
El joven vuelve a traducir a su padre. Pero este le dice algo en Secoya.
- Mi padre dice que ellos no saben como pelear contra las armas de los caucheros que usan rifles.
- Tenemos que escondernos en la selva y matarlos uno por uno. Ellos no saben como moverse rápido en la selva y nosotros sí. Sólo saben pelear en los ríos, hay que atraerlos fuera del agua , yo los conozco bien. Ellos no saben como moverse en la noche, se sienten seguros cuando están cerca de la luz y eso los hace más visibles. Matarlos es lo más facil.
El joven vuelve a traducirle a su padre.
- Mi padre te pregunta que significa tu nombre
- Mi nombre significa sol el mi lengua.
- Dice mi padre que te sientes y que lo acompañes a encontrar el espíritu del guerrero.
Etsa se sentó al otro lado de la fogata, situada sobre la tierra, en el centro de la cabaña. Los tres empezaron la ceremonia, aspirando un líquido negro de tabaco por la nariz. Después se acostaron a dormir. A las cuatro de la mañana, durante una hora ingirieron litros de una infusión de guayusa , una planta que tienen cafeína. El objetivo de beber tanto, era vomitar hasta dejar limpio su cuerpo, esta era una costumbre shuar tambén. Todo el día siguiente fue de ayuno, cantos y movimientos del cuerpo como danza que representan el vuelo del águila harpía, el movimiento del jaguar y del tigrillo y los movimientos de la anaconda.
- Etsa ahora tienes que construir con hojas de palma de chonta una pequeña ramada.
Al terminar, Etsa, Cesariano y el joven traductor se acomodaron esperando a que pase la lluvia. A la media noche, ingirieron la Ayahuashca.
- Nosotros los shuar tomamos algo más fuerte, la malicahua que nos hace viajar por varios días.
- Aqui sólo tomamos ayahuasca.
A la media hora de ingerir, Etsa tuvo una visión de pájaros gigantes y libélulas, que parían seres humanos con ropa, como los caucheros y de mestizos que cortaban la selva. Los árboles querían correr pero no podían y caían muertos, dejando claros, por donde entraban lanzas de rayos de sol, que se convertían en relámpagos, y transformaban a cada indígena en gente con ropa, llenos de codicia, odios, envidias, en una tierra cuarteada, todos peleándose por comer las ultimas hormigas culonas y los gusanos de las palmas.
Tras una semana de entrenamientos, Etsa y los guerreros de la comunidad, encontraron a otros indigenas con armas de fuego, llamados "muchachos", que servían a los caucheros para secuestrar nativos.
Moviéndose en grupos pequeños, Etsa usaba el rastro para atraer a los "muchachos" a trampas, donde los atacaba con dardos o les hacía caer en orificios con lanzas. El asedio duró una semana.. Tras cada muerte, llevaba sus cabezas a un lugar próximo a una cascada, para hacer el ritual de la Tzansa.
Aquella noche, delante de los guerreros secoyas, primero puso a cocinar unas plantas, luego a sacar la piel y el cuero cabelludo de la cabeza, cosió su boca y los ojos, para que el alma no se escape, metió piedras dentro y cocinó por horas cada cabeza, en una olla diferente, cada una, para que los espíritus del enemigo queden atrapados y puedan ser parte de su fuerza de guerrero.
Los restantes "muchachos" desistieron de continurar con el secuestro de indígenas, horrorizados al ver a sus compañeros decapitados colgados de una palma junto a sus tzanzas. El pánico de saber que se enfrentaban a un guerrero reductor de cabaezas los aterraba.
Al ver el tetrico cuadro cerca a su campamento, los caucheros y sus muchachos se embarcaron al apuro, disparando a cualquier cosa que se movía entre el follaje.
- Etsa, le dijo un joven secoya.- Mi padre preparó estos dardos úsalos, no los matará, les producirá una infección gangrenosa de la piel, con una dolorosa y lenta agonía.
Los caucheros no durmieron durante los tres días de persecución de Etsa. Se llenaron de ira; sus disparos a todo lo que se moviera multiplicaba su temor; finalmente vino la dolorosa resignación a su destino fatal, cuando recibieron los dardos, que parecían pequeños espinos que atravesaban su ropa, quedando la punta dentro de la piel. Sabían que habían índigenas que tenían esta terrible arma, pero para muchos era sólo un cuento para intimidarlos, del que amenudo se reían. Agotados y con violentas fiebres, regresaron al campamento a vivir una lenta agonía, con la noticia de que las tropas ecuatorianas que habían arribado a la zona.
Durante los siguientes 9 años. Etsa vivió con las comunidades Secoyas y Sionas, incluso tuvo varias mujeres e hijos, pero aquella visión de los insectos metalicos de los que entraban y salían gringos, no lo dejaba dormir.
-Maestro Cesarino, le dijo al viejo brujo, mis visiones me llaman a encontrar el espíritu del insecto gigante metálico, tengo que marcharme - le dijo a su guía espiritual.
- Ve, no te preocupes por tu familia, nosotros la cuidaremos. Tienes que ir y a no matar. ¿Me entendiste?. Si los matas, ellos son como diablos, vendrán miles.
Etsa se dirigió por el Río Napo, hasta Tena. En el trayecto quedó deslumbrado al ver un insecto ruidoso gigante de color amarillo brillante, con una cosa que giraba adelante y que podía volar sin mover las alas. Siguió su vuelo hacia donde se ponía el sol y se perdió.
Surcando en su canoa río arriba, desde la comunidad de los Cofanes , por el Río Napo y tras casi un mes de remar y preguntar en las comunidades de la rivera, ¿ dónde estaba el lugar del que venía el insecto ruidoso gigante?, llego a la comunidad de Mera, al pie de la montañas, por donde baja el Río Pastaza, desde los Andes.
Había encontrad el nido de las avispas metáilicas que llevan gringos. ¿ Eran humanos los gringos?¿ Por qué tenían el pelo claro y los ojos azules? ¿Cómo es posible que puedan volar en esos insectos? ¿ Por qué los insectos pueden permanecer días sin moverse ni comer?
Que bueno por fin voy a volar se dijo, sin que la menor duda tenga cabida en su mente. Había encontrado su destino.
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