Se había entrenado por años para esta y muchas pruebas más. Fuerza. precisión y velocidad era la clave del Tae Kwon Do, que desde los 13 años parcticaba. Lo dificil del este deporte no eran las patadas o los rivales, eran los jueces. Como mucho de lo que pasa en el Ecuador era parte de una red de corrupción en que habían los favoritos y esos favoritos eran parte de una intrincada red de favores. En provincias y ciudades, la cosa era peor, las muchachas que querían viajar en las delegaciones deportivas tenian que complacer a sus entrenadores en algo más que ser buenas deportistas. Pero para ella la cuestion era diferente.
- ¿Ya estás lista?-Preguntó su entrenador, al que ella lo había escogido, a diferencia de las otras chicas que tenían los entrenadores, en muchos casos escolgidos tambieín de manera cuestionable, por las federaciones.- Si - fue la respuesta consciente de que su rival era superior en experiencia, años de entrenamiento y categoría. Era una oportunidad y una prueba que debía superar.
El combate fue muy rápido y lo perdió, aun no sabía porqué. La rabia y la impotencia la hicieron llorar. Encontró consuelo en sus familiares que la acompañaban.
Para la nueva competencia estaba más alerta con las sorpresas y su padre le dijo:
-Ve a pelear, pero si pierdes no llores ni te amargues, que derrotas son aqullas que se lloran y te amargan no las que se asimilan y te enseñan.
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