-El río se vino con todo. Los arrozales quedaron inundados y la creciente se llevó los animales, era el comentario de su abuelo, mientras esperaba que la lluvia amaine.
-¿Por que vienen las inundaciones abuelo?- preguntó la niña.
-Así es el invierno por aquí mi hijita, y esto no es nada, cuando llega el Fenómeno del Niño vaya a ver como llueve. En los ochenta y los noventas llovió tantísimo, que nos quedamos con la una mano adelante y la otra atrás ...y con las deudas al Banco de Fomento. Muchos como tu padre, se marcharon. Yo me quedé aquí solito pa´ no perder la tierra. Si no, ya no tuviéramos nada; a bala me tocó sacarles a los que querían mover los linderos, para apropiarse parte de mi finca. ¿Y qué es de tu mamá?
- Se marchó para salvarle a mi hermanito. Mi padre tomaba mucho y la quería hacer abortar a golpes, porque no creía que ella estaba embarazada de él.
-El muchacho se me daño. Espero criarte mejor. ¡Hija en la vida lo mejor que uno hace por los hijos no siempre es lo suficiente!. Mira estas manos- La niña vio dos manos callosas y arrugadas. - El campo hace grandes las manos y pequeño el cerebro. Pero aquella escolar recién llegada a los campos del Triunfo, que adoraba a su caballo y a los patitos que nunca los pudo tener en la Flor del Bastión, aquel barrio peligroso barrio de Guayaquil donde nació, le contestó- también nos enseña a amar a los animalitos
-Es verdad corazón- a los animalitos y las plantitas.
-¿Puedo ir a jugar basquet o fútbol en canoa cuando pase la lluvia?
-¿fútbol y basquet en canoa?
- Es que la cacha de la escuela está inundada.
- Claro que sí y veamos si yo también juego porque soy bueno ramando.
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