
La fiesta de cumpleaños de su hija termino y había que contar los dedos en la mano, para ver si no faltaba alguno, la computadora, la filmadora, lo que con tanta ilusión compró, había que refundirlo para que no sea bocado de uno de los invitados a la fiesta.
¿Cómo mierdas era posible existir en una atmósfera donde se sabe que lo más cercano a tu risa es la garra de un ladrón que está al acecho?
Volvió a su almohada con la esperanza de un día distinto, con las puertas sin seguro, pero sólo imaginar eso lo levantó sobresaltado. Afuera el sol volvió a salir, los amigos le llamaban para jugar un fútbol playero y un buen encocado de camarón le hicieron volver a vivir.
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