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jueves, 4 de agosto de 2011

El Asambleista


Lo mejor de todo eran los más de cinco mil dólares de salario mensual, en un país donde el salario mínimo vital es de 250, era como si en Europa o Estados Unidos,  fueran de 50.000 dólares mensuales y este salario estaba garantizado por 4 años, truene escampe o relampaguee.
 Pero eso no era todo.  El momento estelar era cuando había que aprobar leyes o nombrar el presidente, los vicepresidentes y otros funcionarios, que debían o no dar paso a los juicios de fiscalización, pues era el momento que desde que existe el órgano legislativo se pelea por la "troncha", esto es el mejor pedazo de carne del animal faenado y mejora  cuando hay juicios, en ese momento se tiene la sartén por el mango

Si señores, el ser Asambleísta de cualquier partido, es una oportunidad que desde los tiempos del Imperio Romano, significa enriquecimiento rápido, poder, manipulación de la voluntad popular, viajes suntuosos y eternas reuniones de trabajo y fuera del trabajo, en las que realmente se puede pasar bien.

Me sentía como que un rayo de Dios, me había tocado.  La vanidad se me desbordaba.  No era para menos, me sentía como el representante de mi provincia, de mi gente; alguien que la vida le había dado la oportunidad de tomar un pedazo de cada persona de mi terruño y con esas voluntades tras de mí, me crecían alas.

Sólo me bastó acomodarme entre los candidatos del partido, apostar un poco de plata, tiempo y cobijarme bien bajo las alas del que lleva la bandera, lo demás, es ir amarrando y amarrando.  Es que la política es un vicio, como cualquier otro, en el que apuestas y puedes ganar o perder, y en ese  "teje y maneje", se viven un latido cardíaco, como cuando apuestas en el casino, te drogas, tienes sexo casual, o te emocionas con lujos y placeres impensados.

Las discusiones en el Parlamento eran como un juego de fútbol, lo primero es tratar de meterle el gol a los opositores, luego evitar que te lo metan y finalmente, si es necesario una falta para evitar perder, hacerlo, de tal manera. que el arbitro no te expulse.  El árbitro es la prensa, y el jefe de la bancada o del partido,  porque hay que hacer la jugada  para ellos.  Ellos son los que le dicen al pueblo lo que está pasando, si uno tiene la prensa y al jefe de su lado, todo es posible, si tiene la prensa y al jefe en contra, te pondrán al pueblo en contra, aunque sea por la forma en que andas vestido.


Como ustedes comprenderán, los Asambleístas, trabajamos para lo más importante... ser reelectos, y para ser reelectos, tienes que amarrar bien en la provincia todos los cabos y ahí es donde se va el dinero, si uno no es astuto,  claro está, y no tiene el control de los cargos públicos de la provincia;  incluso si es posible, hay que ver como amarrar las obras estatales, aunque eso lo prohiba la nueva Constitución, pero como dice el dicho "el que hace la ley, hace la trampa"; si no que fuera.

Existe algunos idealistas pendejos, que creen que la política es vivir en carne propia los nobles ideales, por eso son pendejos, no se han dado cuenta que "política es hacer lo conveniente, no lo correcto".  Lo correcto lo hacen los mecánicos que reparan un carro, los ingenieros que construyen puentes, los médicos que deben salvar moribundos, nosotros no tenemos por que hacer eso, nos pagan para que demos a nuestros votantes y financistas lo que ellos quieren, al pueblo le damos pan y circo, a nuestros financistas les debemos dar dinero, pues para ellos el principio fundamental es que "la plata llama a la plata"y al partido votos.

No que me aterra  esa llamada muerte cruzada, con la que amenaza el Presidente.  Es que si eso pasa, él, que es muy popular puede que me vuelva a colocar en mi "chamba",  por eso le soy fiel, pero en el momento que vea que se tambalea, o hay algo mejor, entonces tengo que negociar mis votos.  Así lo han hecho todos, para  no equivocarme, diré casi todos mis colegas, desde 1830, en que empezó a existir esta huevada.



Después del show en las Asambleas, nos vamos de juerga, a la final somos colegas:  eso es lo que nos va a quedar para toda la vida, las disputas y discusiones, todo ese alboroto, se apagará.  Finalmente todos somos del mismo club selecto de ecuatorianos que llegaron al parlamento y juntos gritaremos ¡Que Viva el Ecuador! .....especialmente si gana la selección nacional de fútbol.



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