Pensaba que el trabajo solitario lo había vuelto invisible. Horas y horas en un cuarto tratando de construir la belleza en una pintura, para exponerla en el parque de El Ejido. Pero al salir veía con sorpresa como las calles tenían más personas en vehículos, que en la veredas. Cada unos de esos choferes se desesperaba por lucir su máquina, que pronto pasaba de moda. Tras los vidrios la gente desaparecía, aunque se movían de un lado para otro. Podían ver mucho sin ser vistos. Eran como los televidentes, que nadie sabe quienes son pero ellos son felices viendo todo.
-¿Qué le pasa al mundo le pregunto a otro de los pintores que se reunían en la Cafetería Amazonas?
-A que te refieres.
- Ahora todos somos espectadores invisibles.
-Es verdad no me había dado cuenta. Ya somos demasiados seres humanos
Quizás somos demasiado humanos y necesitamos aprender a dejar de serlo y ser sólo seres vivos, entonces a lo mejor nos vean.
- Finalmente pintó una pagina de facebook, el lugar donde ahora la gente es visible.
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