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miércoles, 9 de noviembre de 2011

La hippy


La Hippy
Era 1978, llegó a Atacames  desde París a sus 29 años. Hacía 9 años, cuando recién ingresó a la universidad, participó activamente en las protestas de Mayo,  contra el modelo educativo. Los estudiantes exigían libre ingreso, pues las universidades se habían convertido en clubs de las élites, los que no habían estudiado en Paris, Lion, Marsella y las grandes metrópolis, que se criaron en lugares apartados,  con escuelas y colegios sin recursos, estaban en desventaja y para ella eso era injusto;  luchó junto a su padre, profesor de literatura,  por  libertad de cátedra, pues los profesores que se habían convertido en indoctrinadotes políticos y morales, en voces de la censura,  no podían enseñar lo que sabían bien, ni contagiar el libre pensar, o comunicar sus conocimientos con el mejor de sus criterios, conscientes que la ciencia eran muchos caminos y que ellos sólo eran una de las opciones, no una Biblia del saber, pero los estudiantaes estaban obligados a seguir libros, programas, y procedimientos de clase estandarizados por la educación escolástica que impedía el razonamiento, y alentaba el memorismo,  es que los programas de estudio operaban como camisas de fuerza, para impedir que los docentes se desboque y siembren criterios y valores ajenos a las consignas sociales dominantes;  luchaba por la gratuidad de la educación universitaria,  pues la carestía era una forma de discriminación que impedía no a los más pobres ingresar, y así a  los negros, los asiáticos,  los latinoamericanos sin recursos que  estaban excluidos.
Pero las universidades se convirtieron en focos de indoctrinación política, animados por la guerra de Vietnam, que mostraba a Estados Unidos, como el país rico, que luego de la derrota francesa en Indochina, invadía un país pobre, para impedir la expansión del comunismo, que había sublevado al sudeste asiático, las colonias africanas y a America Latina con Fidel y el Che a la cabeza.
Pero las universidades se habían convertido en nidos de odio, que veían en la lucha armada revolucionaria el camino,  en tanto en las mismas calles de los Estados Unidos, de los soldados frustrados, de los opuestos a la guerra, emergió una nueva filosofía, que además tenía otra música, el rock de woodstar,  que repudiaba la sociedad de consumo,  que golpeaba a la sociedad en su núcleo, la familia al proponer el sexo libre,  las colonias donde todos eran solidarios,  desaparecía la propiedad privada y se compartía todo inclusive la cama y las parejas.  
Pero pronto la sociedad norteamericana y las europeas e incluso el socialismo y el comunismo, vieron a los hippies como el camino de la perdición.  A más de censurarlos y criticarlos por el libertinaje sexual, los comenzaron a perseguir por el consumo de drogas.
La droga, se había convertido en el mayor negocio ilegal, no reportaba utilidades al estado y lo más grave, los drogadictos consumían y afectaban las economías de los países, liberaban la violencia social de los marginados y atrapaban a los más ricos, como los artistas de Hollywood.
Perseguidos, discriminados, y estigmatizados, los hippies buscaron por el mundo lugares bellos donde hacer sus colonias de libre albedrío.  Así fue como llegaron  a Atacames.
Aquella bellísima rubia, entró en el bar donde los negros las excitaban mediante la salsa, el baile de moda.  En un rincón estaba aquel muchacho que  conoció en Quito. La vino a ver tal como habían acordado al conocerse en el Parque del Ejido. Estaba acompañado de su mejor amigo, que venía de chofer y tenía que entregar una camioneta nueva a un distribuidor en Esmeraldas,
La muchacha al verlo, prefirió continuar con los mulatos amantes y proveedores de droga, que vivían sin límites aquella euforia sexual y delirante, que traían aquellas bellísimas y liberadas mujeres.
La muchacha observaba de reojo al estudiante quiteño y su amigo, que optaron por embriagarse, al ver tal desprecio. Ella se fue a practicar su sexo múltiple en la playa con los amantes mulatos que la protegían y la gozaban en la arena o  dentro del mar, mientras los dos citadinos transpiraban espermatozoides y digerían alcohol, mirando el espectáculo escondidos tras las palmas.
Borrachos, decidieron finalmente marcharse.  Se embarcaron en la camioneta nueva rumbo a Esmeraldas,  pero por suerte, el sueño, tras detenerse para vomitar no los dejó continuar.
Al despertarse, estaban rodeados de policías y personas. Alguien que pasaba, denunció al teniente político que había una camioneta con  las puertas abiertas
y dos personas tendidas delante de ella en el asfalto, seguramente muertos.
Los dos quiteños, amanecieron en la cárcel.
-¿Por qué nos quedamos dormidos en el asfalto? Le preguntó el uno al otro.
-¿Recuerdas que cuando veníamos, vimos muchas ranas en el asfalto durante la noche y tú dijiste, debe ser porque el asfalto está caliente? Pues, después de vomitar nos vino un escalofrío, nos acostamos en el asfalto caliente y nos quedamos dormidos.
-Que suerte que no nos chochamos, ni se robaron la camioneta o sus accesorios.
Si, que suerte.
-Qué haremos cuando salgamos?.
-Yo iré a ver a esa muchacha, tú ve entregar la camioneta.
-De acuerdo. Nos vemos en la terminal de buses en la noche para regresar
-Está bien.
El joven fue a visitar a la francesa, que sentada en la arena frente al cuartito del hotel que arrendaba, trabajaba en artesanías.
-Ayer te vi en esa orgía en la playa.
- Lo se, yo también te vi.  ¿ Por qué no viniste?
- Tenías tres hombres
- ¿Y eso qué?  Puedo hacerlo con todos y luego me quedo con el que encuentro mejor, a lo mejor hubieras sido tú.  Te faltó valor para dejar por un minuto tu mundo.
- No sabía que ese era el juego.¿Qué estás haciendo?
- Estas artesanías,   ellas me dan de comer. 
- ¿Esos hombres no te dan nada?.
-Un poco  de cocaína, yo no acepto su dinero.  Mi reto es vivir de lo que pueden hacer mis manos, no mi vagina.
-Alguno de ellos es tu amante.
-Tengo mis favoritos, pero uno de ellos se ha vuelto impertinente y me reclama como su propiedad. Quizás por eso me deberé marchar pronto.
-¿A dónde?.
- A otro lugar, otra colonia que no tenga esta intromisión de la gente local.  Ten este collar, es para que no me olvides, ni olvides mi forma de ser libre.
Aquel muchacho volvió a la universidad y se hizo un fiel  seguidor del Che. Ella se hizo fiel seguidora de si misma.

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