El miedo me recorría por todo el cuerpo en el Hospital Eugenio Espejo. Ayer en la mañana una señora con su bebé olvidó el cochecito en el asiento junto al volante y yo que vivo en un país de avispados, me lo robé haciéndome el pendejo. A sólo dos cuadras de mi casa en la Quito Sur tres ladrones se subieron al taxi, les di todo hasta el carro y me dejaron en la calle abaleado. Me encontró la señora a la que le robé y me trajo a tiempo a emergencias. Mi moza le compró el cochecito al ladrón.
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