

Entoces se miró al sol en el crepusculo, que como un incedio al final de Océano Pacífico, animaba la ilusión de los imposibles convertidos en espectáculo visible, en imaginación, en un despegar desde la tierra de los miedos al vuelo ligero de la audacia.
Se había terminado su contrato para producir más programas de televisión, no existía perspectiva de obtener dinero, pero vivía el viaje del color, el movimiento, los contenidos, las ideas, la búsqueda de la realidad y aleteo que quedaba en la camara en el sonido de la risa, los cantos, los sueños y desvelos de la gente.
Le llamó la atención las disputas entre gaviotas, gallinazos y fragatas por los residuos de las canoas, era un reino de los vividores del momento en disputas grotescas.Se puso de pie y dijo bienvenida el hambre.
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